viernes, 8 de mayo de 2020

Anatomía de la piel


La piel es el órgano que reviste nuestro cuerpo, brindando una protección de barrera con el medio externo, minimizando las pérdidas hídricas y de temperatura, y protegiéndonos de la radiación ultravioleta y de agentes infecciosos. Está constituida por una capa más externa, denominada epidermis, conformada por tejido epitelial (varias capas de células unidas como ladrillos conformando un muro). Las células de este tejido van madurando desde la base hacia la periferia, transformándose en células que conforman el estrato córneo de la piel, llenas de queratina, formando una película protectora que limita mucho la permeabilidad de la piel. Esto hace que las pérdidas hídricas sean mínimas, pero también dificulta el paso de productos aplicados en la piel. Las células del estrato córneo se van descamando, siendo reemplazadas por las células subyacentes, en un proceso que lejos de ser espontáneo, se encuentra altamente regulado.
Bajo la epidermis, se encuentra la dermis, tejido conectivo, rico en colágeno (proteínas fibrosas que le dan resistencia a la piel), elastina (proteínas que le dan elasticidad a la piel) y proteoglicanos (moléculas que anclan colágeno y elastina), además de vasos sanguíneos, receptores nerviosos, glándulas sudoríparas y sebáceas, y folículos pilosos. Este componente de la piel se caracteriza por contener pocas células, donde los fibroblastos toman un rol fundamental como productores de este conjunto de substancias antes descritas que constituyen la llamada matriz extracelular.
Subyacente a la dermis, se encuentra la hipodermis, o tejido celular subcutáneo, rico en tejido adiposo, separado por tabiques fibrosos. Este tejido es pobremente irrigado (pocos vasos sanguíneos). Por último se encuentra el plano muscular, bajo el celular subcutáneo. Los músculos constituyen un conglomerado separado de la piel y del celular subcutáneo, a excepción de los músculos de expresión facial, que se anclan en la piel.







EPIDERMIS
La epidermis es un tejido epitelial estratificado que constituye la parte más externa de la piel, recubriendo nuestro cuerpo. Consta de varias partes, siendo la más profunda el estrato basal, línea de células en constante división en lo más profundo de la epidermis, separadas por una membrana basal de la dermis. Luego viene el estrato espinoso, constituido por varias capas de células cuboidales firmemente unidas entre sí. El núcleo de sus células está oscurecido (picnosis) siendo éste un signo precoz de muerte celular. Estas células sintetizan en forma activa queratina.
Más superficial se encuentra el estrato granular, compuesto por 3 a 5 capas de células con gránulos con proteínas en su interior. La parte más externa de la epidermis se denomina estrato córneo. Está formado por un conjunto de células muertas, muy empaquetadas unas con otras, llenas de queratina. El estrato córneo forma una barrera altamente impermeable, que deja pasar sólo moléculas pequeñas, debido a substancias lipídicas que se encuentran entre las células, y que limitan enormemente el paso del agua. Tiene gran poder de absorción hídrica, debido al “Factor Humectante Natural”, aminoácidos producto de degradación de proteínas intracelulares muy hidrofílicas, que retienen gran cantidad de agua; eso explica por que se arrugan los dedos después de estar mucho rato en el agua. La estructura general del estrato córneo simula una pandereta de ladrillos, siendo los ladrillos los queratinocitos y el cemento los lípidos extracelulares. Existen aquí varios tipos de lípidos, como colesterol o ceramidas, y la correcta función que cumplen parece depender de una proporción adecuada. El uso de jabones comunes remueve los lípidos de la piel, disminuyendo su función de barrera, resecándola. El estrato córneo es más delgado en los párpados y genitales y más grueso en las plantas de los pies u en las palmas de las manos (donde se denomina estrato lúcido). Figura esquemática de los estratos de la epidermis. La epidermis se encuentra en constante recambio, reemplazándose por completo en un período de 3 a 4 semanas. Este recambio se hace más lento con los años, lo que explica que las células epidérmicas de los ancianos estén envejecidas y no cumplan correctamente con sus funciones. En síntesis, el queratinocito madura desde el estrato basal hasta el estrato córneo llenándose de queratina y muriendo. Estas células muertas deben descamarse desde la superficie de la piel, proceso conocido como exfoliación. Al contrario de lo que podría pensarse, la exfoliación no es espontánea, sino que, como se ha mencionado, es un proceso altamente regulado, que depende en parte de la humectación y del pH de la piel, siendo guiado por enzimas que desprenden los corneocitos. Esto explica en parte el aspecto escamoso de la piel envejecida, con alteración del proceso de exfoliación normal. La epidermis además de presentar queratinocitos (células epiteliales) contiene en menor cantidad melanocitos. Los melanocitos sintetizan melanina, pigmento oscuro que le da el color a la piel y nos protege de la radiación solar. Este pigmento es entregado a los queratinocitos en paquetes denominados melanosomas, a través de una extensa red de tentáculos emitidos por el melanocito, cuando hay algún estímulo como radiación solar o inflamación.






DERMIS
La dermis es la capa de tejido conectivo inmediatamente subyacente a la dermis. Es pobre en células y rica en matriz extracelular (conjunto de proteínas, glicoproteínas y proteoglicanos que rodean a las células). Se divide en dermis papilar, adyacente a la epidermis, rica en vasos sanguíneos y con mayor celularidad, y en dermis reticular, más profunda y más rica en fibras. En la dermis existen glándulas sudoríparas, glándulas sebáceas, terminales nerviosos, vasos linfáticos y sanguíneos, y folículos pilosos.
La principal célula de la dermis es el fibroblasto, una célula productora de todas las substancias presentes en la matriz extracelular. El principal componente de la matriz extracelular es el colágeno, proteína fibrosa compuesta por 3 subunidades que se entrelazan formando una “cuerda”. Es muy resistente a la tracción y le otorga la resistencia y flexibilidad a la piel. Las fibras se anclan a la epidermis, manteniéndola firmemente pegada a la dermis, y al tejido celular subcutáneo. Los principales tipos de colágeno son el tipo I (alrededor del 80% y el tipo III (alrededor del 10 a 15%). El colágeno tipo I parece ser el más importante en cosmética, dado que es el que disminuye con foto daño y aumenta tras tratamientos que estimulan su producción, como la microdermoabrasión. El colágeno se encuentra en permanente síntesis y destrucción, en un proceso equilibrado entre enzimas que lo desdoblan llamadas metaloproteinasas y una substancia llamada “Inhibidor tisular de las metaloproteinasas”. En la juventud existe una tendencia a la producción por sobre la degradación de colágeno; el contenido de colágeno es máximo entre los 3 y 7 años de edad, y tiene otro peak en la adolescencia. Al pasar de los años esto se revierte, lo que resulta en una pérdida progresiva de colágeno en la piel, lo cual está directamente asociado al envejecimiento cutáneo. El sol acelera en forma importante este proceso, debido a que se requieren dosis mínimas de luz ultravioleta (1/10 de la necesaria para producir enrojecimiento de la piel) para activar las metaloproteinasas. La luz UV produce además daño directo del colágeno. Citoquinas inflamatorias, factores de crecimiento (como los presentes en los gránulos de las plaquetas), y retinoides (derivados de la vitamina A) estimulan la producción del Inhibidor tisular de las metaloproteinasas, produciendo una tendencia al aumento del colágeno. Todo esto se aprovecha en cosmética, ya que los principales mecanismos de la producción de colágeno consisten en la producción de un daño controlado en la piel (peelings químicos, microdermoabrasión, laser fraccionado, microagujeo de la piel, etc.) de modo de estimular una respuesta productora de colágeno. En el mismo sentido los factores de crecimiento presentes en las plaquetas se han empleado para estimular la síntesis de colágeno, y substancias retinoides, como el retinol están ampliamente incorporadas en cremas de uso cosmético. Otros mecanismos que estimulan la formación de colágeno son los oligopéptidos de colágeno (secuencias de pocos aminoácidos fragmentos de colágeno) que al ser captadas por el fibroblasto, este interpreta que ha habido un daño al colágeno y se estimula la producción de éste; y la aplicación de calor a la dermis (radiofrecuencia o laser de baja intensidad), que estimulan al fibroblasto a través de la vía del shock térmico (el fibroblasto responde como lo haría frente a una quemadura). Entendiendo que la molécula de colágeno es muy grande, no tiene sentido la administración de cremas que dicen tener colágeno, ya que como se ha visto, la piel es altamente impermeable a moléculas grandes; incluso para la administración de oligopéptidos existe controversia acerca de si son capaces o no de traspasar la piel. Para administrar moléculas pequeñas es necesario a veces “empujarlas” con ultrasonido (sonoforesis), con un campo eléctrico (iontoforesis) o insertarlas en liposomas, que son micelas capaces de traspasar el componente hidrofóbico de la piel. En ocasiones, las substancias deben ser directamente inyectadas a la dermis dado a que son incapaces de traspasar la piel (mesoterapia).



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